Puesto que la idea de sustancia no proviene de una impresión concreta, tampoco podemos poseer la idea de la misma. La idea tradicional de sustancia queda reducida en Hume a "una colección de ideas simples unidas por la imaginación". Sólo hay cualidades e ideas de esas cualidades, como ya había dicho Berkeley; no se da ese algo más, la sustancia, que las soporte. Pero Hume va más lejos que Berkeley al negar la validez objetiva al yo, al espíritu, el cual no pasa de ser un manojo de percepciones varias. Por eso afirmará -y en esto recogerá la idea de Locke- que se ve obligado a creer en el yo, pero sin saber en realidad qué es.